"Oh Madre Divina, la abeja de mi mente absorta está en el loto de rayos azules de Tus Pies. Yo bebo el néctar de Tu tierno amor. Tu abeja reina bebe sólo de la flor que exhala Tu perfume.
Negándome la miel de los placeres sensoriales, volando lejos de los jardines efímeros de la inútil fantasía, al fin he encontrado la ambrosía de Tu loto de luz.
Era yo Tu laboriosa abeja que vagaba por los campos de las encarnaciones, atraída por el aroma de las flores de incontables experiencias. Ya no andaré errante, porque Tu fragancia ha mitigado en mi alma la sed de perfume".
de "Susurros de la Madre Eterna"
por Paramahansa Yogananda
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